domingo, 19 de diciembre de 2010

¡Ya está bien de tonterías! (cuarta parte)

Me gusta/me encanta/me emociona:

- Encender la radio y que esté la canción justa del momento.
- Que una canción me salga bien. No hay como saber que he escrito algo que me satisface.
- Haberme topado con la gente con la que lo he hecho. He aprendido tanto de tantos.
- Rascarme con ganas.
- Leer a Chuck Palahniuk y a Joe Hill.
- Darme cuenta de mis errores, aunque siempre es tarde.
- Respirar el aire de la madrugada.
- El frío.
- Escuchar música en vinilos. Tiene algo especial el formato.
- El humor negro y ácido.
- No tener todo lo que quiero.
- Ser del Atlético de Madrid.
- Vivir en Salamanca.


Eso es todo. Hay más cosas que me disgustan y gustan por supuesto. Pero estos posts sólo eran una pequeña promesa a alguien.
Espero que todo vaya bien. Felices fiestas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

¡Ya está bien de tonterías! (tercera parte)

Me gusta, me encanta, me emociona:

- Tener días lluviosos. Son perfectos (para mí) en muchos aspectos.
- Despertarme tarde sin tener desesperación por ir a algún sitio.
- Despertarme en medio de la noche para el liberador proceso de micción, ver el despertador y darme cuenta de que aún me queda mucho tiempo para dormir (el caso contrario todos sabemos lo que jod*).
- Escribir/tocar canciones, relatos cortos, poemas o lo que sea. Son mis métodos catárticos por excelencia.
- La Sexta Noticias (no sé si puedo decir lo mismo de La Sexta Deportes).
- Las series de TV americanas, aunque algunas británicas tienen su touch.
- Bunbury, porque es hito de la música en español, le guste al vulgo o no. Es un genio como solista.
- Ludwig Van Beethoven.
- El Greco.
- Escuchar The Beatles al menos una vez al día y seguirme sorprendiendo de su su trabajo. Son los más grandes.
- Ver por la ventana de mi habitación a los conejos buscar comida por las mañanas.
- Subirme a un escenario y compartir algo bueno con el público.
- Sentirme librepensador, sin ninguna postura política o religiosa que me ate.
- Hacer alguno de mis trucos (cutres) de magia a un niño y que me pregunte "¡¿Cómo lo has hecho?!"
- Haber llegado, después de tanto tiempo, al nivel dos de Tron (jugando contra la máquina).
- Encontrarme con dinero en los bolsillos de algún pantalón que va a la colada.
- Quedar con alguien desconocido y que, de repente, surja un tema interesantísimo de conversación. Soy malo con los silencios incómodos.
- Leer una buena novela negra.
- Hablar con mis amigos. Son mi roca, mi apoyo, mi familia en tiempos difíciles. Son mis sociis malorum.
- Tener la oportunidad que tengo de estar aquí y haber conocido gente tan interesante.
- Ir al Huerto de Calixto y Melibea. Es mi lugar de reflexion preferido.
- Aprender a escuchar cada día más.
- Educarme y aprender cosas nuevas cada día.
- Haber aprendido a amar, comprender y compartir estos años. Pero aún me falta mucho, por no decir "casi todo."

jueves, 2 de diciembre de 2010

¡Ya está bien de tonterías! (segunda parte)

No me gusta:
- Que triunfe en la música Justin Bieber.
- Justin Bieber (en general).
- Que se prohiba tanto de tanto.
- Que los mismos que salieron a protestar por las guerras de Afganistán o Iraq sean -más o menos- los mismos que les gusta levantar más fronteras (ya sea en España o en cualquier parte del mundo).
- Que Tuenti esté tan lleno de canis.
- Que la guitarra que más quiero sea tan cara.
- Que entre más se quiere tener una canción, ¡adiós a las ideas!
- Esa terrible sensación de acabar de salir de una gripe y, de repente, estar de nuevo con la nariz taponada.
- Cuando la gente en mi residencia mete la mano en la fuente de la comida para agarrar patatas fritas, ¡no ves que estás tocando la comida del resto, imbécil!
- La gente que no sabe usar una escobilla, ¡que no es un ordenador de la NASA!
- Que el rugby te dé peores mañanas que una resaca de Aguardiente Yuscarán.
- Que duelan tanto esas pequeñas heriditas en los dedos (son las más molestas).
- Entrar al Facebook y ver cómo la gente parece que aprendió a escribir con monos. ¡¡Que las letras en internet no te las cobran como con los SMS!! ¡¡Hay que joderse!!
- Ver que la mayoría de los problemas que tenemos hoy en día se las debemos a los mismos de siempre.
- El verano (calor).
- Que el iPhone sea más caro que la conciencia de Rajoy.
- Rajoy.
- Zapatero.
- La mayoría de las películas de Spielberg. Sólo vale la pena 'La lista de Schindler'.
- Que la gente critique tanto Star Wars: Episode I. Si esa peli se hubiera estrenado en los setenta, todos le lamerían el culo a Lucas, pero como ahora con esta moda retro de mierda, sólo lo de antes es bueno. (Go fuck yourselves, assholes!).
- Esta nueva tontería de ser "hippijo", es decir, vestir como anarco-socio-comunista-hippie pero con ropa de marca, pañuelos palestinos de "coloritos", zapatillas caras y toda esa basura.
- Que la gente se autodefina como "friki". Si una persona es eso, sabe perfectamente que "friki" NO es el adjetivo correcto, es una palabra del vulgo. Los que lo son ya lo saben.
- El hecho de vestirme igual desde hace años y que la gente me diga "vas muy bien porque esas camisas están de moda." ¡Que te den, moderno!
- Que en España la gente quiera vivir anclada en los ochenta, como si esa época hubiera dado algo más que ropa cutre, música monótona (de mierda) y películas malas.
- Que algunos digan: "¡Soy fan de Marilyn Manson!" y que inmediatamente después te suelten: "es que se sacó el ojo y todo..." (Idiotas).
- Que los "heavies" (jevis) vivan criticando a Metallica y que luego hacen bandas y las primeras canciones que tocan en los conciertos sean de... redoble... ¡Metallica! (Hipócritas).

Nos vemos en la tercera parte.

lunes, 29 de noviembre de 2010

¡Ya está bien de tonterías! (primera parte)

No me gusta:
- La gente que se para a hablar en los pasillos del supermercado. Vayan a tomarse un puto café a un bar, pero déjenme coger mis cereales.
- La gente machista (ya sean hombres o mujeres).
- La violencia. Sí, creo que es posible vivir en paz.
- Que la crisis económica la tengamos que pagar los que menos tenemos, cuando los banqueros siguen ganando sueldazos y pidiendo dinero a los gobiernos.
- Que Obama haya sido mucho humo y poco fuego.
- Que mi acento sirva para que algunos imbéciles me traten mal.
- Que haya gente homofóbica.
- La gente que no tiene la mente abierta como para poder discutir sobre otras consideraciones cosmológicas.
- No tener pasta el 90% de la semana.
- Que Cristiano Ronaldo... nada en específico, simplemente me disgusta ese poligonero.
- Que los pasajes para ir a ver a mi familia valga 10 veces (incluso más) el sueldo medio de Honduras.
- Que en mi facultad la mayoría de la gente no te habla, a menos que tengas apuntes que necesitan.
- Que 'Fringe' esté a punto de ser cancelada porque EEUU no parece tener cultura televisiva.
- Que tanta gente sea tan ingenua creyendo que 'Lost' es una buena serie.
- Que Telecinco tenga audiencia.
- Que me haya encontrado a un chico con una camiseta de 'The Godfather', pero que ni siquiera la había visto. Quiero esa camiseta.
- Que en este país (España) la educación sea gratis y haya tanto absentismo escolar porque, simplemente, a los niños no les 'apetece' ir a clase y prefieren fumarse un porro. Mientras que en los países del 'Tercer Mundo' estudiar es un privilegio.
- Que haya gente que tenga ventajas laborales, fiscales, etc. sólo por su cara bonita.
- Que exista Belén Esteban y que, encima, yo sepa quién es.
- Que el whisky (bueno) sea tan caro.
- Que tantos idiotas vayan de punks, hippies, perroflautas, pero que no dudan en gastarse 150 euros en unas zapatillas Adidas, ¿en qué cojones piensan, locos?
- Que el gobierno estadounidense no libere los documentos clasificados sobre OVNIS.
- Que la gente tome 'azúcar acafeinado'... ¡el café ha de tomarse solo para poder saborearlo! (al igual que el té).
- Que toda la comida que está buena es la que más engorda.
- Que las tiendas tengan ropa sólo para niños o gente que tiene que llevar contrapesos para no ser llevados por el viento.
- Esta consideración eurocentrista de la belleza.
- Que el Atlético de Madrid lleve tanto sin ganar una liga.
- Que salga tan caro ir a la India.
- Las idioteces que suelta Ratzinger.

lunes, 25 de octubre de 2010

El recurso omnipotente del "o sea" y el lenguaje reducido.

Sin duda una de las expresiones más usadas por las personas que requieren una vestimenta con lagarto en el pecho, juegos de perlas, jerseys amarrados a los hombros, pantalones Levi's, patillas a la torera, pelo engominado hacia atrás y, comúnmente, de derechas, amantes de las sangrías taurinas y con una inteligencia emocional (y a veces el resto) reducida, es el "o sea"... bueno, al menos esa era la consideración que se tenía hace algunos años.

La cuestión es que ya no es así. Ahora, gracias a programas televisivos (conocidos también como telebasura, telemierda -véase: todo lo transmitido por Telecinco y cadenas "berlusconianas" adheridas; Televisa, TV Azteca, Univisión y Telemundo para Hispanoamérica-) el "o sea" tan detestable se ha vuelto tan común como el "hola". No es que me moleste en demasía, de hecho si es bien utilizado no me parece nada mal. La cuestión es que no sólo se trata del "o sea", hablo de la ínfima capacidad lingüística de los hispanoparlantes en el día a día. De verdad que no es nada difícil observar cómo hablar de manera correcta se gana unas cuantas miradas de asombro ante la incertidumbre de la ignorancia por palabras que, definitivamente, deberían formar parte del vocabulario de cualquier persona que diga tener como madre la lengua castellana. Esos "¿y eso qué es?" me dejan perplejo, sobre todo cuando es de universitarios de los que hablo.

"¿Cuántos de vosotros contáis con más de diez libros en vuestra biblioteca personal?", inquirió un profesor en mi clase hace una semana, ¿saben ustedes cuántas personas levantaron la mano de 40 personas? Sólo la levantamos cinco personas... ¡Hablo de universitarias que van a tratar a sus hijos, padres, madres, tíos, primos, amigos como psicólogas! "Es que tenemos suficiente con lo de clase", soltó una... Y eso no es mejor o peor en Latinoamérica, eso sí que se los aseguro. Así es el futuro de esta sociedad.

No es que yo me crea mucho mejor en lenguaje, porque para eso ya está el señor Sánchez Dragó o Joaquín Sabina o tantas personas que tienen un dominio asombroso del bello castellano. Yo sólo quiero que cuando la gente me hable, lo haga con la propiedad que se requiere, respetando la ortografía, gramática y variedad del lenguaje de Machado, Neruda, Valle-Inclán y Bécquer.

¿Han visto esos libritos que venden por ahí que dicen "Aprenda el idioma X en 1000 palabras"? Bueno, pues es que creo que, tal y como está ahora mi amada lengua, se puede empezar a comercializar uno que se llame "Aprenda español en 300 palabras"... y eso siendo generoso con el vulgo lingüístico. Aquí en España sólo necesitan estas palabras: mierda, hijoputa, gilipollas, Zapatero, PP, gobierno, pasta, tronco, tío/tía, macho, puta, cabrón, coche, ron, vodka, tequila, fiesta, siesta, capullo, colocón , hachís, coca y algunas más (como los equipos de fútbol y sus jugadores). Verbos sólo las conjugaciones básicas del verbo ser, estar, follar, comer, matar, salir, dormir... Y el Latinoamérica poco más de lo mismo... Claro, hablo de un grupo (en este caso es casi la mayoría de personas entre doce y treinta y tantos años), no generalizo. He tenido la suerte de encontrarme gente a la que no tengo que explicar cada palabra en una conversación.

Eso sí, ahora todo el mundo quiere aprender inglés e idiomas, pero nadie quiere hablar bien el suyo... ¡Grandioso!

domingo, 22 de agosto de 2010

Ahora o nunca (Parte V)

Faltaba un par de casas más para poder llegar a la de la chica. Giró la cabeza a la derecha en busca de las señales que le habían dicho, "al lado de unas piedras que la gente usa como bancos y que tienen pintadas unas letras raras, hay una casa con una puerta grande de madera de roble... pues... justo..."
"Sí, esas son las piedras", dijo estirando el cuello en busca de la puerta grande.
Unos pasos más y ahí estaba. Faltaba poco. Empezó a sentir como cada uno de los pelos de su cuerpo se erizaban por los nervios. Ella iba a estar allí, detrás de esa puerta y no importaba si la cara que le ofrecía era una con la nariz arrugada de asco o con una sonrisa, él simplemente iba a rodear su cintura y tratar de decirle todo lo que sintió en el breve tiempo en el que se conocieron. No importaba si su padre y su madre estaban allí, de pie y mirándole con ojos de ira por el alboroto.
Miró al suelo. Observó el agua corriendo... dejando la tierra convertida en lodo e hizo una aproximación de los pasos que le separaban de esa gran faena que había estado gestando.
"Ocho pasos, ¡eso es!"
A ocho pasos de la (posible) mujer de su vida.
Los ocho pasos se convirtieron en siete, los siete en seis y los seis en cinco y un "¡por favor, no lo hagas!" hizo que perdiera la cuenta y se apresurara a la puerta.
Tres toques fuertes fueron suficientes para que, en menos de lo que él pensaba, ella abriera la puerta con los ojos rojos.
- ¿Qué desea? -dijo ella con voz apagada- ¿Usted? Le he dicho que no pasa nada.
- No, no es por eso es que... -hizo una pausa que para él duró una eternidad- la quiero.
- ¡¿Qué?!
- Que la quiero, de verdad yo...
Otra voz, esta vez masculina y vieja, se aproximaba al umbral.
- ¿Quién es? -preguntó con voz irritada claramente- ¿Quién es este patán de mierda?
- No es nadie -expresó ella con nerviosismo-, creo que se ha equivocado, ¿verdad señor?
- Ha tenido tiempo para reconocerte y no le dices "te quiero" a un extraño -puso el dedo índice de la mano derecha en la cara del mojado, cuyos hombros se bajaron como sus expectativas de triunfo en el amor-. Lo que éste quiere es que le parta la cara.
- No -intervino el pobre muchacho-, discúlpeme de verdad. No era mi intención.
- ¿Y entonces de quién es la culpa -echó el aliento a alcohol sobre él, lo que casi le hizo vomitar-, de esta zorra?
La agarró del pelo y, después de zarandearla, la tiró al suelo. El tiempo se detuvo de nuevo para él. Todo era más lento, pero no era porque se fuese a producir el beso que esperaba, sino porque el borracho empezó a echar el pie hacia atrás, empezó a impulsarlo para estrellarlo en la cara de ella.
- ¡Un momento, papá! -dijo la renacuaja- ¿Por qué me cuentas esto?
- ¿Por? ¿No te gusta el cuento? -inquirió el padre- Me lo estoy currando, ¿eh? Hay mucha intriga.
- Sí, sí que te lo has currado, pero es que yo ya me sé el final.
- ¿De verdad?
- Sí, ¿o acaso no es eso lo que le pasó a nuestra vecina del piso de abajo, la del cuarto? -subiendo una octava en las últimas palabras- Y, sí, papá, ya me lo explicaste. Nadie me tiene que tratar mal por ser niña porque todos somos iguales, que nadie me tiene que perseguir, ninguna persona me tiene que robar besos o hacer cosas sin que yo quiera -el tono de aburrimiento que le dio al último tramo de palabras era algo irritante-.
- Yo sé que lo sabes, cariño, la cuestión es que quien esté contigo en un futuro tiene que tenerlo clarito.
- A mí no me interesan los niños ni las niñas, papi. Pero contéstame, ¿era o no lo que le pasó a la del cuarto?
- ¡Que sí! Me has pillado... sé que puedes parecer demasiado pequeña como para contarte estas cosas, pero el mundo es un lugar difícil, hija mía. Hay mucha gente buena, hombres y mujeres, pero también hay otra que no lo es tanto o que es mala. Que va a querer lastimarte. No te digo que desconfíes de todo el mundo, pero aprende a distinguir cuando una cosa se hace bien y otra mal -levantóse del banco en el que se habían sentado-.
- ¿Qué saco de moraleja entonces de esto, papi?
- Que salvo la pobre chica, todos los demás obraron mal. Ella no tiene culpa de lo que siente él ni tiene que sentirse perseguida o acosada, ni mucho menos con la potestad de querer darle un beso o tocarla. Que el boticario no puede dar información que no le incumbe a una persona desconocida porque la pone en riesgo, así que tú no debes ser como el boticario, no sabes qué va a hacer un desconocido con información sobre otra persona; y el esposo de la chica, bueno, él es el peor.
- Vale, papá. Creo que lo he entendido todo... menos la palabra "potestad".
- Esa la buscas en el diccionario cuando lleguemos a casa.
- Vale.
- ¿Echamos una carrera?
- ¡Papá! -gritó con voz rasgada- ¡No me dejes aquí!
FIN

Ahora o nunca (Parte IV)

Él salió corriendo unos minutos después del trato hecho con el boticario. Corrió para poder alcanzarla, pero ¿qué le iba a decir? "Hola de nuevo, perdona que irrumpa aquí en tu casa y te distraiga de tus menesteres, pero es que tengo que decirte que te quiero ya incluso antes de saber tu nombre."
No, era imposible. Así que disminuyó el ritmo poco a poco. Su aliento ya estaba alterado y su corazón parecía salirse. Sentía algo raro en el pecho, distinto al del típico nerviosismo. Parecía que desde lo más profundo de su ser había una nueva fuerza que hacía que sus ojos quisieran perderse en la oscuridad de sus cavidades. Necesitaba sentir algo más que no fuera un tropiezo con el talón de aquella mujer. Necesitaba algo más de ella. Necesitaba ser necesitado... por ella.
Se inclinó y ambas manos se posaron en sus muslos. Parecía querer recuperar el aliento que no había perdido porque apenas había corrido. Sólo suspiró y una maldición salió de su boca, lo cual llamó la atención de una mujer de mediana edad con nariz grande y pañoleta en la cabeza. Recuperó la postura erguida y empezó a caminar de nuevo, esta vez con parsimonia. Esta vez con la dirección que le habían provisto puesta en la esquina.
"¿A qué vas a ir? Ni siquiera sabes si a ella le gustas... Pero ella es tan guapa... Sería una tontería no intentar, por lo menos, robarle un beso."
De repente se dio cuenta de lo pesada que se hacía su ropa por el agua. Por la bendita lluvia que le había llevado a conocerla.
"¿Qué vas a perder, pedazo de tonto? ¿Por algo todo esto habrá pasado? Yo sigo creyendo en el destino y quizás sea ella..."
Aceleró el paso.

lunes, 9 de agosto de 2010

Ahora o nunca (Parte III)

Eran tiempos en los que no existía ni la mitad de las cosas con las que vivimos hoy. Por no haber, no había ni electricidad, ni grifos... casi nada. Era otro siglo, pero tenían problemas como los nuestros.
Estaba... estaba esta chica bella, inteligente y bondadosa. Su familia no era rica, pero tampoco era pobre. Esto no es Romeo y Julieta. No es el cuento típico de princesas. Es sólo otra historia más. No creas que voy a ponerme a describirte su cuerpo perfecto, su pelo negro y lacio con olor a cielo, su cuello que sabía a fruta fresca, sus manos suaves como el algodón, sus ojos azules como el cielo y llenos de luz y alegría. No voy a contarte que era la mujer más bella del mundo. Este no es uno de esos cuentos que has leído desde los cuatro años.
Su nombre no importa porque, al fin y al cabo, en este mundo nadie quiere saber el nombre de nadie, sólo hay que entender la historia, ¿verdad?
Ella tenía la suerte de no ser como las demás. Ella había podido leer lo que sólo los hombre habían podido leer. Había conocido lo que sólo los hombres podían conocer. Había estado donde sólo los hombre habían podido estar. Recuerda que esto era otra época.
Era un día de invierno en el que la lluvia era la que daba la nota sobresaliente. Parecía que todos los ángeles estaban llorando por lo que iba a suceder. Ella iba por la plaza de su pueblo corriendo con una manta en la cabeza protegiéndose su pelo. No quería llegar a enfermarse como su abuelo y morirse. Iba a su mayor velocidad, lo más rápido que sus piernas le permitían, estaba a punto de entrar en la botica para poder esperar a que parase aquel "diluvio". De pronto sintió un golpe en el calcañar de su pie derecho que la hizo caer. Pudo soltar a tiempo la manta y protegerse la cara del lodo o -las heces- que había por ahí.
- ¡Perdóneme, por favor! -exclamó una voz masculina extendiéndole a ella su mano.
- Estoy bien, tranquilo -dijo ella con voz alterada queriendo enmascararla bajo una sonrisa, aunque él no viese su cara-. No ha pasado a más -se levantó rápido y se quitó el exceso de suciedad de su vestido y seguía sin ver su rostro-.
- ¿Cómo puedo compensarlo?
- Nada, tranquilo -levantó la vista y le gustó lo que estaba de pie ante ella y... salió corriendo-.
Entró con el boticario, el cual le reprendió aquellas fachas que llevaba y la invitó a que se limpiara en la parte trasera de su local. Minutos después, y ya con su vestido un poco menos asqueroso, ella salió a sentarse con su amigo de los remedios. Lo que no se esperaba era encontrarse con el culpable de su miseria.
- Me ha contado este caballero que él es el que te ha hecho semejante faena -dijo el boticario con una sonrisa de burla-.
- Así es, pero yo ya le he dicho que no se preocupara por mí. Yo estoy bien -replicó ella con voz más serena y con los ojos puestos en el caballero-.
- Sólo quería saber cómo estaba...
- Se lo dije afuera y se lo acabo de decir, pero viendo su poca capacidad de entendimiento, se lo repetiré por tercera vez: estoy bien -y le regaló una sonrisa fingida al hombre-.
- Disculpe usted mi torpeza -agachó la cabeza-.
- Disculpas aceptadas -ella también imitó el gesto-. Muchas gracias por todo, amigo mío, pero ya la lluvia ha casi parado y mi familia ha de estar preocupada por mí -le dijo al viejo al otro lado de mostrador-.
Salió sin decir más con la manta en la testa y siguió corriendo bajo la lluvia hasta desaparecer en la esquina de una casa.
Él era alto y fornido. Tampoco parecía ser rico, pero tampoco era pobre. Sus ojos eran marrones y... digamos que era muy apuesto. De éste sí que no voy a decir nada. No te lo tomes a mal, pero no se me da bien describir los hombros fuertes de aquél caballero, espaldas anchas, ni su quijada cincelada o sus manos grandes y fuertes.
Él se había quedado prendado con la belleza de aquella mujer a la que había tirado al suelo por pegarle en el talón. Era demasiado como para dejarla ir así, por lo que asaltó a preguntas al boticario:
- ¡Dime dónde vive! -dijo sin quitar la vista de aquella esquina donde ella había girado- Me ha cautivado.
- Lo sé, lo sé. Ella es algo que no se ve hoy en día, ¿no es así? Pero no me acuerdo muy bien de dónde vive su familia. Ruego me disculpe, caballero -juntó las manos como las viejas cuando rezan-.
- ¡¿Cómo no has de saberlo?! -ahora sí que posó sus ojos en los del viejo- Mejor dime cuánto quieres... -sacó de una pequeña bolsa unas cuantas monedas- ¿con esto te vale?
- Ahora que lo pienso bien...
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Gracias a los que leen las tonterías que escribo. Este es un cuento que va a tener cinco partes y espero que les guste.

sábado, 7 de agosto de 2010

Ahora o nunca (Parte II)

Ella salió del baño tarareando una pieza de música clásica. El padre se unió a ella en el despliegue musical de la pequeña de once años. Él se sentía orgulloso de su niña tan inteligente, tan llena de vida. Unos minutos después ya se hallaban en la calle. Ella vestía una blusa rosa y unos pantalones cortos de mezclilla en los que se encontraba bordada una flor amarilla. Él no pudo evitar admirar la belleza de su cría al sol. No pudo evitar lanzar una sonrisa de orgullo. Tocó su pelo liso aún húmedo y soltó un "vamos" con voz enternecida. Llevaban un paso tranquilo, cogidos de la mano y sin hablarse. Él siempre le decía que "cuando las almas se entienden, a veces no hace falta una conversación, sólo se comparte el silencio", ella, a pesar de su cortísima edad, lo comprendía. Siempre esperaba causarle buena impresión a su padre y a cualquier adulto, por lo que si hablaba era para dar un dato interesante, de esos que leía en las revitas de divulgación científica para niños que su padre le traía a casa o que veía en el Discovery Channel o en las enciclopedias viejas que estaban en la estantería del cuarto que él usaba como despacho. Después de casi media hora caminando hacia ningún lugar en concreto, ella rompió el silencio: 
- Papá, ¿por qué no me cuentas un cuento? 
- ¿No eres un poco grande para los cuentos? -replicó él frunciendo la nariz-. Además, tú ya sabes leer muy bien, no necesitas que yo te cuente nada, cariño. 
- Ya lo sé, y me gusta leer mis libros. Pero quiero que me cuentes uno ahora que damos un paseo. Cualquier hora es buena para una buena historia, no sólo antes de dormir -y levantó el índice de su mano izquierda. 
- A veces me parece que no tienes once años. Se me olvida que eres sólo una "renacuaja" -esbozó una sonrisa-. Vale, te cuento uno.

jueves, 5 de agosto de 2010

Ahora o nunca (Parte I)

¡Papá, -gritó con voz rasgada- no me dejes aquí!


Un pájaro golpeó el cristal de su ventana. Hubiese jurado que era una paloma, por el gran estruendo, pero seguramente no era más que uno de esos jilgueros comunes que le estropeaban su susceptible sueño por la mañana (a eso de las seis o siete de la mañana). Sólo se le escapó una maldición, con un volumen más alto de lo que debió. Dos golpes en su puerta. Sus manos le taparon los ojos y su cara se llenó de culpa.
- Pasa -dijo el padre con la voz aún ronca.
- ¿Qué pasa, papi? -dijo la hija con voz tierna, como preocupada por su progenitor.
- Nada, cariño. No ha pasado nada -extendiendo sus brazos para levantarla y ponerla a su lado.
- Pero has gritado.
- Y tú has venido muy pronto. ¿Ya estabas levantada?
- Sí. Es que ahora hay mucha luz.
- Es porque es verano, cariño.
- Ya -dijo agachando la cabeza y viéndose la pequeña palma de su mano izquierda-. Te he escuchado decir una palabra fea, papi.
- Perdón.
- Te perdono.

Se levantaron después de unos abrazos tiernos, cosquillas y comentarios sobre el pájaro que había golpeado la ventana. Él le preguntó qué quería para desayunar, sabiendo que ya tenía las galletas favoritas de la pequeña en la mesa de la cocina.
Tomaron su desayuno con la televisión de fondo. Estaban esos muñecos perturbantes que hablaban como los indios de las películas del lejano oeste mezclados con retrasados mentales. Él siempre le preguntaba qué tenían aquellos personajes para que tuvieran que aguantar la primera comida del día con semejante tontería. "La profesora dice que son educativos", acostumbraba a responder la pequeña.
Él tenía esa sensación de estar haciendo algo malo por no hacer nada por la mañana, como cada domingo. Estaba tan acostumbrado a levantarse temprano, ayudarla a vestirse, hacer desayuno y llevarla a la escuela, que los fines de semana le parecían extremadamente fuera su vida. Todo parecía irreal los fines de semana.

- ¿Qué hicimos ayer? -preguntó él mientras se llevaba una cucharada de cereales mojados con leche fría.
- Lo mismo que hoy a esta hora, pero luego fuimos a dar una vuelta en las bicis, papá.
- ¿Y qué quieres hacer hoy?
- ¿Podemos ir al circo que ha venido a la ciudad?
- Muy caro. Si quieres ver animales entra en internet.
- ¡No! -dijo con la cara compungida y acentuando el sentimiento de tristeza con las manos- ¡Yo quiero ir!
- Es broma, cielo. Sí que vamos.
- No juegues con mi felicidad -una palmada al antebrazo de su padre acabó con su cara de tristeza-.

Fueron a sendos cuartos de baño a ducharse y a prepararse para salir a dar una vuelta. Lo del circo sería por la tarde-noche. Él echó un vistazo al espejo mientras su mejilla derecha estaba abultada por el cepillo, por su boca salía espuma (nunca había podido ser capaz de no parecer un perro rabioso al lavarse los dientes), su pelo estaba mojado... sus ojos estaban más apagados que de costumbre.

sábado, 22 de mayo de 2010

¿Igualdad?

(Publicado en elarova.blogspot.es el día 19/03/2010)

Antes de empezar a escribir, he de dejar claro que esta opinión debe ser leída entera. No me gustaría ver comentarios apresurados por el simple motivo de no poder/querer leer, no quiero parecer lo que no soy y lo que me da asco. Además de pedir el respeto a mi libertad de expresión.

Hace un par de semanas me ocurrió algo que me dejó un mal sabor de boca tremendo. Estaba junto con una chica que conocí en unas actividades intergeneracionales y empezamos a hablar sobre nuestros estudios. Ella me dijo que estudiaba un Máster en Igualdad. Yo no pude evitar reír, la verdad. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, pero por dentro, la verdad, es que tenía ganas de llorar (y casi vomitar), ¿cómo es que hemos llegado a esto? Somo seres humanos, lo que la biblia llama "imagen y semejanza de Dios".

Durante toda mi vida me ha tocado escuchar a mucha gente que se llena la boca diciendo que somos, básicamente, lo mejor de este planeta, ¿en serio? ¿Entonces por qué hacer leyes y másteres que nos enseñen algo que por sentido común tendríamos que tener presente? Y no sólo hablo de igualdad de género, es que yo me planteo lo siguiente en cuanto a la discriminación contra los gays (que parece que ya no hay tal cosa, pero sí): uno de los argumentos de los intolerantes es que "los homosexuales son una aberración", pero la cuestión es que la mayoría hace esta diferenciación desde la religión (fuente inagotable de injusticias e inmoralidad). El problema que veo aquí es que ,según el cristianismo (de cualquier congregación), Dios es perfecto, infinitamente misericordioso y amoroso; pero la ha cagado creando y le han salido homosexuales. Y no sólo eso: no los ama, y los castigará y mandará al infierno por un error que es sólo suyo, del creador (gracias Peter Joseph). Yo, siendo un ignorante como soy, un impertinente y con mi lóbulo frontal recién formado lo veo así.

No sé si tengo razón o no, cada uno tiene su verdad absoluta. La mía es que somos tan soberbios y egoístas que no somos capaces (casi nunca) de reconocer que el resto del mundo también tiene derecho a ejercer su libertad con su elecciones, con su cuerpo, con su vida en general. Al fin y al cabo la libertad, según sor Marisol (la monja que me preparaba en catecismo para mi supuesto futuro sacerdotal), es el regalo que tenemos por ser hijos de Dios.

Termino, que me voy lejos. Creo que lo mejor es aprender que todos somos iguales. No deberían haber leyes que nos digan qué hacer. Si todos pudiéramos ser capaces de ver a las personas, no su sexo, no su color, no su nacionalidad, no su puesto... Si sólo fuéramos capaces de usar la razón...

Los cerezos en flor

(Publicado el día 11/04/2010 20:00 en elarova.blogspot.es)

En la corta vida que tengo he tenido oportunidades preciosas. Momentos irrepetibles que espero conservar para siempre. Pequeñas lecciones que se aprendí de repente y que pienso compartir por este medio y por todos los que pueda, se me escuche o no.

Una vez una persona muy, muy, muy sabia (la cual yo llamo mi primer gurú), llamada Marga, me dijo mientras estábamos en el Huerto de Calixto y Melibea enfrente de un árbol ya un poco viejo:

"Mira el árbol, Elías, ¿no te parece que es un bello ejemplo de vida? -dijo con un tono comprensivo, casi maternal-. Mira las raíces, su nacimiento y su consolidación. Según la profundidad de estas así será su posterior estructura. Así se sostendrá el tronco, el cual tiene que pasar mucho tiempo para ser fuerte y soportar todo lo que pueda dañarle. Ahora mira las ramas, cada una es como una idea, Elías, como los sueños: salen y buscan el sol; algunas se quedan pequeñas o se caen porque son podadas o porque, simplemente, no tienen fuerza. No se realizan. Pero otras crecen hasta llegar a alcanzar el sol. Otras ramas incluso dan frutos año tras año. Esa es la vida, Elías. Eso es lo que he aprendido"

Yo me quedé atónito. "Un simple árbol para esta mujer es la representación de la vida, ¿ahora qué ramas tengo?". Lo que esa mujer tan sabia me dijo hizo que desencadenara en mis adentros una revolución, una pequeña, pero tan hermosa como para hacerme entrar en el juego de mi vida. Para hacer que mis ramas llegaran a alcanzar la luz del sol y dar frutos. Esa es mi pequeña lucha ahora.

¿Que por qué cuento esto ahora? Porque hoy de regreso a Salamanca me ofrecieron el espectáculo más bello que he visto en mucho tiempo: los campos de cerezos en flor del Valle del Jerte. No sé si habrá algún creador, dios, o como quieran ustedes llamarle, pero desde que luego que aquello me dejó boquiabierto. Un árbol tras otro adornado de flores recordándome las palabras de Marga. Simplemente es que no tengo más adjetivos para describir ese tiempo en dichas tierras extremeñas.

Que tengan una buena semana. No tengo nada más que contar.

(Estoy escuchando someone to watch over me, del maestro Willie Nelson)