lunes, 25 de octubre de 2010

El recurso omnipotente del "o sea" y el lenguaje reducido.

Sin duda una de las expresiones más usadas por las personas que requieren una vestimenta con lagarto en el pecho, juegos de perlas, jerseys amarrados a los hombros, pantalones Levi's, patillas a la torera, pelo engominado hacia atrás y, comúnmente, de derechas, amantes de las sangrías taurinas y con una inteligencia emocional (y a veces el resto) reducida, es el "o sea"... bueno, al menos esa era la consideración que se tenía hace algunos años.

La cuestión es que ya no es así. Ahora, gracias a programas televisivos (conocidos también como telebasura, telemierda -véase: todo lo transmitido por Telecinco y cadenas "berlusconianas" adheridas; Televisa, TV Azteca, Univisión y Telemundo para Hispanoamérica-) el "o sea" tan detestable se ha vuelto tan común como el "hola". No es que me moleste en demasía, de hecho si es bien utilizado no me parece nada mal. La cuestión es que no sólo se trata del "o sea", hablo de la ínfima capacidad lingüística de los hispanoparlantes en el día a día. De verdad que no es nada difícil observar cómo hablar de manera correcta se gana unas cuantas miradas de asombro ante la incertidumbre de la ignorancia por palabras que, definitivamente, deberían formar parte del vocabulario de cualquier persona que diga tener como madre la lengua castellana. Esos "¿y eso qué es?" me dejan perplejo, sobre todo cuando es de universitarios de los que hablo.

"¿Cuántos de vosotros contáis con más de diez libros en vuestra biblioteca personal?", inquirió un profesor en mi clase hace una semana, ¿saben ustedes cuántas personas levantaron la mano de 40 personas? Sólo la levantamos cinco personas... ¡Hablo de universitarias que van a tratar a sus hijos, padres, madres, tíos, primos, amigos como psicólogas! "Es que tenemos suficiente con lo de clase", soltó una... Y eso no es mejor o peor en Latinoamérica, eso sí que se los aseguro. Así es el futuro de esta sociedad.

No es que yo me crea mucho mejor en lenguaje, porque para eso ya está el señor Sánchez Dragó o Joaquín Sabina o tantas personas que tienen un dominio asombroso del bello castellano. Yo sólo quiero que cuando la gente me hable, lo haga con la propiedad que se requiere, respetando la ortografía, gramática y variedad del lenguaje de Machado, Neruda, Valle-Inclán y Bécquer.

¿Han visto esos libritos que venden por ahí que dicen "Aprenda el idioma X en 1000 palabras"? Bueno, pues es que creo que, tal y como está ahora mi amada lengua, se puede empezar a comercializar uno que se llame "Aprenda español en 300 palabras"... y eso siendo generoso con el vulgo lingüístico. Aquí en España sólo necesitan estas palabras: mierda, hijoputa, gilipollas, Zapatero, PP, gobierno, pasta, tronco, tío/tía, macho, puta, cabrón, coche, ron, vodka, tequila, fiesta, siesta, capullo, colocón , hachís, coca y algunas más (como los equipos de fútbol y sus jugadores). Verbos sólo las conjugaciones básicas del verbo ser, estar, follar, comer, matar, salir, dormir... Y el Latinoamérica poco más de lo mismo... Claro, hablo de un grupo (en este caso es casi la mayoría de personas entre doce y treinta y tantos años), no generalizo. He tenido la suerte de encontrarme gente a la que no tengo que explicar cada palabra en una conversación.

Eso sí, ahora todo el mundo quiere aprender inglés e idiomas, pero nadie quiere hablar bien el suyo... ¡Grandioso!