sábado, 5 de marzo de 2011

¡Vaya evolución!

Esto de la soledad y la lejanía de la gente que quieres es una verdadera desgracia. Ahora es cuando más cosas interesantes me apetece hablar, cuando juegos nuevos he aprendido, cuando cosas nuevas quiero compartir, cuando mas abrazos y besos quiero recibir, cuando mas quiero conocer a la gente que ha aparecido en mi vida.
Recuerdo que de muy pequeño escuchaba una canción que se llama "Don't know what you got (till it's gone)" de Cindirella (nadie me pregunte por otro canción de esta banda) y le pregunté a mi hermana, quien después de mi madre era mi fuente de información preferida y me dijo: "La canción se llama 'no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes', es muy bonita, ¿verdad?" Yo, amigos, no supe verdaderamente lo que significaba aquella frase que hacía cerrar los ojos de la gente mayor, hasta que un día tenía un muñeco que me había regalado mi vecina, Reina, y me lo cargué poco después de habérmelo dado tan gentilmente mi vecina debido a mi descuido. Acudí a mi madre sollozando y me dijo: "¿Qué pasa? Ahora quiere otro, ¿verdad? Pues haberlo cuidado. ¿Ve? Es que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde..." Desde entonces aprendí a valorar un poquito más las cosas y comprendí mejor aquella frase tan reveladora de nuestra humanidad.
A través del último lustro (y un poco más), he tratado de no formar vínculos con nadie de manera fuerte porque, para ser sinceros, no me siento de ningún lugar. Si me preguntan de dónde soy simplemente no sé qué responder... no por mi falta de "cultura" o "patriotismo", un argumento utilizado por el ignorante muy a menudo, sino porque eso ya no tiene significado para mí. Creo que ya he dejado de ser de un lugar u otro porque igual sufro por el otro lado del charco que por la gente de Gaza o Libia. He tratado de alejarme de cualquier tipo de relación fuerte para no tener que arrepentirme de nada cuando, por X razón, esta se estropeara... digo "tratar" e "intentar" porque por más que tratemos de ser racionales, las emociones, nuestra humanidad en sí, nos traiciona.
Ahora he logrado una de mis metas más anheladas y, sabiendo lo que esta conllevaba (alejarme de mi lugar de residencia para aislarme en un pueblo perdido de la mano de Thor en la Castilla más profunda), pues ahora empiezo a echar de menos todo lo que dejo detrás: mis amigos, mis colegas, los conocidos por conocer, las noches de póquer con güisqui escocés, los debates ardientes de política y religión, etc. Todo, echo de menos todo. Pero es que, además, también extraño el sueño que incluía mi sueño (sí, se que suena muy Inception, pero es así), es decir, la manera en que me lo había imaginado todo (con relación estable, besos, abrazos, amor, etc.). Ahora me siento en un tipo de purgatorio en el que tengo que estar el tiempo que haga falta porque la he cagado en tantos aspectos... he sido tan irracional y visceral que ahora mismo mi garganta siente un nudo que no se supone que debería estar ahí porque simplemente está mal. "¡Está todo muy mal, Elías!" me digo y me devano la sesera, como decía don Quijote, tratando de encontrar los puntos en los que he fallado. El problema es que no sé si en verdad son fallos o no... todo es tan confuso que lo único que sé es que esta angustia no debería estar aquí haciéndome sentir un dolor profundo en el corazón.
Pienso a veces para mí mismo: "¡Vaya! Tantos años de evolución para estar jodido por amor, ya sea fraternal o romántico."

http://www.youtube.com/watch?v=FAd4I_9fIgE