lunes, 16 de julio de 2012

Don Nico Romero.

Debería sentirme feliz por haberte conocido, porque me hayas contado todas esas historias sobre seres misteriosos, sobre fantasmas, crucifijos que botaban de pechos de mujeres moribundas y caballos negros en la puerta con un misterioso jinete; o aquellas en tus tiempos en la Guardia Civil en las que siempre te salías con la tuya. Recuerdo tu mirada de color cielo que posabas en el infinito mientras me contabas cómo eras un rompecorazones con tu guitarra "requinto" en un trío de cuerdas y me tarareabas viejos boleros.


Me acuerdo de cuando te burlabas de mi incapacidad para hacer agujeros y sacar tierra para repellar las paredes de la cocina. También tengo en mi mente aquellos días en los que me enseñaste a hacer cargas de madera para el fuego, a partir ramas con machete y cuma; a montar a caballo en aquel hermoso Pájaro que sólo respondía a tu llamada y cómo me recogiste cuando caí la primera vez del lomo de aquel mismo corcel.


Trillábamos con mi hermano las mazorcas de maíz en una hamaca juntos y te reías de nuestras blandas manos que se adolecían con severa facilidad... pero ahí estabas para calmarnos y curarnos. Íbamos juntos a bañarnos los tres a pozas que nadie conocía, excepto vos. Nos tranquilizabas cada vez que veíamos una culebra guardacaminos en el panteón donde jurabas que habías visto cosas sobrenaturales.


Nos decías que había que caminar y saber escuchar. Nos enseñaste a amar la naturaleza. Nos enseñaste a abrazar la noche, aunque el miedo nos detuviera... "Con la luz de la luna es suficiente, hombre" decías.

Tus gruesas y duras manos no dudaban en agarrar sacos y pegarte viajes casi interminables para que todos tus hijos y tus nietos probaran lo que cosechabas. Estabas siempre orgulloso de ser quien eras, de hacer lo que hacías. Eras un hombre seguro.

Gracias, papita -porque te encantaba que te llamáramos así tus nietos-, porque soy músico gracias a vos. Gracias porque cuento historias -a veces inventadas y otras reales, aunque un poco adulteradas- también por vos. Doy paseos en comunión con la naturaleza y la montaña también por vos. Llevo este apellido con orgullo por vos.

Gracias, don Nicolás Romero Mejía.

1 comentario:

  1. Bello homenaje el que sale del alma. Bello orgullo de sangre el que reconoce a sus ancestros; su labor, su huella en uno...

    Realmente es la fuerza de la sangre la que, llegado el momento, nos hace traer a nuestra memoria todos aquellos sonidos, lugares, olores y palabras que, durante años, habían esperado pacientes dentro de nosotros, esperando ser 'rescatadas' en el momento justos, preservándose puras y castas para rendir homenaje a quienes las dotaron de significado para nosotros.

    Lo dicho, Elias, bello.. muy bello homenaje a tu 'papita'. ¡¡Marche tranquilo bello ser que aquí, en la tierra, deja un digno heredero de su re-gusto por la vida!!

    Ane

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